Dos grandes actores, Jeff Bridges y Robin Williams acompañados de Mercedes Ruehl.
La historia de una persona que vive en la calle (Parry) y tiene alucinaciones sobre un jinete terrible (el caballero rojo – The red knight) y un locutor de radio que está tratando de encontrarse a su mismo tras el suicidio de su productor.
La secuencia de la persecución es genial.
Este personaje tiene una serie de acompañantes que igual que el son todos unos personajes.
Además sale Tom Waits, que por mi parte es uno de mis músicos favoritos y gusta de salir en películas más bien bizarras. Sale en otra de las películas de las que voy hablar y también lo pueden ubicar en películas de Jim Jarmusch.
Gilliam es muy dado a hacer tomas desde ángulos raros y lo podemos ver en todas sus películas. También es capaz de envolvernos en la visión del personaje, en su mundo. Pará el vagabundo, la escena de la estación de tren nos deja ver ese mundo surreal que el vive, aunque pueda ser su esquizofrenia.
Y podemos ver la transformación de Jack (Bridges) hacia un poco del mundo de Parry, por que le salvo la vida de un par de tipos que iban a quemarlo por estar en la calle.
Su catarsis ocurre a través de ayudar a Parry a conquistar a Lidia y aunque no lo sabe también salva su relación con su novia Anne.
Y el final es un círculo completo que no esperas y te deja una sensación de desolación, justo como el personaje y no puedes si no sentir tristeza, miedo y desesperación por Parry.
Y en esa desesperación, regresamos al inicio donde se conocen Jack y Parry y una escena conocida, dos muchachos que van a quemar a un vagabundo… Solo que esta vez no hay quien los detenga, esta vez nadie acude por el.
Y terrible Gilliam contrasta con una escena que parece perfecta, de Jack y Anne disfrutando una nueva vida, él recuperando su añorado trabajo, sin embargo el realizador nos recuerda que a veces la vida no es un cuento de hadas y una pelea rompe el encanto y logramos ver por qué la actriz Mercedes Ruehl ganó el premio de la academia como mejor actriz de soporte.
Y al final nos remata con una llamada telefónica que entra como estocada directo al corazón y descubrimos el destino final de Parry mientras Jack regresa a su vida antes del in incidente con su productor, sin embargo el no es el mismo que había sido antes y sale corriendo solo para ir a aquel lugar donde encontrara a Parry en un principio y entonces encuentro su grial, que conecta con ese momento que tienen sobre el pasto de Central Park, y donde Barry le cuenta sobre la historia del Rey Pescador.
El diálogo de Jack con un Barry en cama resume la vida de Jack y lo perdido que está y la búsqueda de hacer lo correcto sin embargo la falta de valor de tomar ese paso, genera un conflicto profundo en él y podemos verlo y sentirlo con cada palabra, cada gesto y cada movimiento.
Y entonces el tambien empieza a hacer locuras, y escuchar cosas que no están ahí y ver eso otro mundo que era cotidiano de Parry y comienza a ver lo que él (Parry) veía.
Y finalmente nos da un final que es como un cataplasma y alivia todos nuestros malestares mientras vemos un escenario familiar.
Gran película, llena de emociones como la vida misma aunque nuestra preferencia sea pasarlas de largo y no sentirlas ni reflexionar acerca de nuestra condición y nuestros verdaderos propósitos.